Puede ser un efecto de mimetismo, la búsqueda de notoriedad y, a veces, simplemente, evitar una bronca de los padres por llegar tarde o, como en Pamplona, que te roben el móvil. Lo cierto es que las denuncias falsas por violaciones en grupo han proliferado. Dos de las más publicitadas son la de A Estrada, en Pontevedra, y la que incluso llegó a bautizarse como la “manada militar de Bobadilla“, Antequera.
El 9 de diciembre de 2.017, una joven de 19 años, vecina de Villagarcía de Arosa denunció que en la madrugada, tras asistir a una discoteca, en A Estrada, Pontevedra, había sido intentada violar por un grupo de 10 ó 12 varones. La acción no se había consumado porque pasó cerca una pareja, cuando la estaban bajando los pantalones. Se intentó localizar a esa pareja y la Guardia Civil hizo llamamientos para que acudiera quien pudiera facilitar datos. En un segundo interrogatorio, las contradicciones fueron tan llamativas que la Guardia Civil empezó a sospechar. La joven terminó llamando a la Benemérita para reconocer que se trataba de una denuncia falsa, con la que había intentado que no le cayera una bronca en su casa por llegar tan tarde.
El 11 de diciembre de 2.017, la soldado N. M. S., de 36 años, malagueña, divorciada, adscrita desde hacía 8 años al polvorín militar de Bobadilla, Antequera, denunció en la Comisaría de Antequera que había sido violada en dependencias militares por un grupo de soldados, tras haberle administrado burundanga. Se habló con insistencia de “la manada militar de Bobadilla“. Nueve soldados señalados aportaron muestras para análisis de ADN. El resultado ha sido negativo. En las ropas de la soldado sólo se ha encontrado el semen de un “varón desconocido“. El abogado defensor ha solicitado que se soliciten muestras a todo los destinados en el acuartelamiento.
Una plaga de denuncias falsas
Las denuncias falsas en la llamada violencia de género son una auténtica plaga. El sistema niega su existencia porque hay mucho dinero en juego: 65.000 millones de euros desde 2.014. Desde ese año, las denuncias falsas superan el 1.200.000. Los procesos de divorcio han ido degenerando en orgías de denuncias falsas, pues de inmediato el varón es detenido, pierde la casa y, con frecuencia, la custodia de los hijos. En su libro “¡Derogad la genocida ley de violencia de género!” (Amazon), Enrique de Diego ha documentado casos reales en los que se han llegado a presentar ocho, diez, dieciocho denuncias falsas. El 3 de septiembre de 2.016, Santi García, de Cambrils, fue denunciado por una inmigrante colombiana, L. T. C ., quien le acusó de violación. Le había abordado cuando sacaba dinero del cajero y le pidió que la acompañara a casa. Fue ingresado de inmediato en prisión, en celda de aislamiento, durante cinco meses, hasta que la prueba de ADN demostró que era inocente. Ella tenía restos de varios varones, porque trabajaba en un club de cambio de parejas. Si la denunciante es extranjera no puede ser expulsada y cobra una paga.
Manuel Romeral ha tenido denuncias delirantes de su ex María José Barroso. En una dijo que la había intentado atropellas. Las cámaras de seguridad mostraron que ella se había tirado al coche cuando Manuel lo ponía en marcha. También presentó otra pidiendo 18 años de cárcel acusándole de haberle manipulado la dirección del coche para que se matara. Isabel López de la Torre ha presentado los moratones de sus lesiones de practicante del Pole Dance como malos tratos; su ex va siempre, en el coche y por la calle, con una cámara. Antonio Manuel Paz Romero lleva sin ver a Inmaculada del Álamo Hurtado 17 años. Ella tienen dos condenas, una por malos tratos y otra por revelación de secretos, pero no ha ingresado en prisión. 17 años después Antonio Manuel todavía recibe denuncias de malos tratos.
Fuente: Rambla Libre